¿Qué acerca de los hijos adultos de un anciano?

Resumen

El hecho de que uno o más hijos adultos de un anciano lleguen a ser infieles no lo descalifica necesariamente del ancianado.

Pregunta

«Estoy estudiando nuevamente el tema de los ancianos que tienen hijos adultos que han dejado el hogar, los cuales tienen sus propias familias y ahora ya no son fieles al Señor. El anciano se ha conducido bien. ¿Continúa siendo calificado para servir como anciano?».

Respuesta

La Escritura presenta los requisitos necesarios para los hombres que pueden ser considerados como ancianos en alguna congregación: 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9. El segundo pasaje declara lo siguiente en cuanto a los hijos de un anciano: «… tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía» (Tito 1:6). Pero este enunciado en los requisitos de los ancianos es regulado por el pasaje en Timoteo:

que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) [1 Timoteo 3:4-5].

Es obvio que estos pasajes indican que, para que un hombre esté calificado para servir como un anciano (en cuanto a lo que concierne a sus hijos), debe haber dirigido a su familia adecuadamente, teniendo hijos creyentes que actúen como los cristianos deben hacerlo. Los hijos que constituían su familia debían ser cristianos obedientes, demostrando su cristianismo de manera general y conduciéndose respetuosamente en el hogar en que el padre era la cabeza.

Pero se está preguntando si los hijos adultos de un anciano que ya no viven en casa deben continuar siendo cristianos fieles para que el anciano permanezca en tal rol. Las Escrituras no abordan directamente esta pregunta. Los padres tienen menos control sobre sus hijos adultos. Los hijos adultos tienen libre albedrío y pueden escoger hacer lo que desean a pesar de su crianza, aunque frecuentemente los hijos continuarán en la instrucción de sus años tempranos (Proverbios 22:6), o si se apartan del camino, finalmente regresarán. Sin embargo, en el fondo, el curso que los hijos adultos sigan es la responsabilidad de ellos.

La razón para cuestionar el servicio de un anciano en este caso se relaciona a algún pecado personal. Pablo escribió:

Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman (1 Timoteo 5:19-20).

En cuanto a lo que concierne a las Escrituras, el hecho de que uno o más hijos adultos de un anciano lleguen a ser infieles no lo descalifica necesariamente del ancianado, pero el pecado en la vida de un anciano es un caso diferente. Ahora, especialmente si todos los hijos adultos de un anciano llegan a ser infieles, se puede sospechar que hubo problemas cuando los hijos estaban en la casa y bajo el liderazgo y responsabilidad del anciano. En este caso, el anciano o la congregación en la cual sirve puede considerar que es mejor que no continúe en el ancianado.

Ya que las Escrituras no responden específicamente la pregunta presentada, cualquier decisión que resulte de tal circunstancia, sea tomada por el mismo anciano o la congregación en que sirve, debe ser considerada como un asunto de opinión.