¿Depravación total?
Resumen | La doctrina de la Depravación total es falsa; los seres humanos comienzan la vida con un espíritu que es puro y limpio. |
La doctrina calvinista de la Depravación total sostiene que todos heredamos el pecado de Adán a través de nuestros padres. El hombre no puede escoger moralmente seguir a Dios y ser salvo ya que su propia naturaleza depravada se extiende a toda parte de su personalidad. Por ende, según esta doctrina, en el nacimiento —incluso antes del nacimiento y dentro del vientre— toda persona es contaminada con el pecado de Adán y está en una condición perdida. Este pensamiento distorsionado guio a la necesidad del bautismo de bebés para que ellos sean limpiados del pecado de Adán que supuestamente condena su alma.
El Nuevo Testamento claramente refuta la noción de la Depravación total. En primer lugar, Pablo identificó el comienzo del pecado en cada ser humano. Al usarse a sí mismo como prototipo, explicó:
Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató (Romanos 7:7-11).
Pablo gozaba de un estado limpio y desprovisto de pecado cuando estaba en el vientre y después de su nacimiento. Reconoció que no era culpable delante de Dios antes de llegar a una edad en que pudo entender los mandamientos de Dios y ser responsable de cumplirlos. Antes de eso, era demasiado inmaduro física y espiritualmente para ser responsable de sus acciones.
El término traducido «revivió»[1] no significa que el pecado existía previamente y que luego se reafirmó. Si se entiende el término de tal manera, Pablo estuviera diciendo que había un tiempo intermedio en que era impecable, lo cual todavía no apoyaría la noción de la Depravación total. Además, ¿cuándo hubiera sido tal periodo intermedio?
En cambio, Pablo estaba diciendo que, antes de llegar al conocimiento del pecado y la aplicación de la ley de Dios a su vida, él no era responsable ante la ley de Dios y, por ende, no era considerado pecador: «donde no hay ley, tampoco hay transgresión» (Romanos 4:15). Hablando prácticamente, no hay ley para los niños pequeños, excepto la ley de sus padres. Aunque los niños pequeños pueden «violar» la ley de Dios (e. g., mentir a sus padres), la ley de Dios no se aplica a ellos sino hasta que lleguen a una edad de responsabilidad.[2] En tal punto, ellos llegan a un nivel de madurez espiritual y por ende son responsables ante Dios de su comportamiento.
Estas observaciones nos guían a la siguiente conclusión: La idea de que nuestros espíritus, en el vientre y en la infancia, están contaminados de pecado es una afrenta a la justicia, imparcialidad y bondad infinita de Dios. Por otra parte, las siguientes afirmaciones bíblicas descartan la noción de la Depravación total y exoneran a Dios de tal injusticia:
Salomón señaló claramente que nuestros espíritus provienen de Dios mismo (Eclesiastés 12:7).
Esta concesión ocurre en la concepción: «Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él…» (Zacarías 12:1; cf. Oseas 9:11; Lucas 1:36).
Cuando Pablo habló a los filósofos de Atenas en la Colina de Ares, declaró: «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos […]. Siendo, pues, linaje de Dios…» (Hechos 17:28-29).
Conclusión
Ya que nuestros espíritus provinieron directamente de Dios en la concepción, haciéndonos linaje de Dios, sugerir que el espíritu humano en el vientre y en la concepción está manchado con el pecado de Adán hace que Dios sea culpable de crear seres humanos depravados. Pero la doctrina calvinista de la Depravación total es incorrecta; todos los seres humanos comienzan la vida con un espíritu dado por Dios que es puro y limpio.
[1] Anazesen, de anazao, puede significar «revivir en el sentido de llegar a ser vigoroso» y «metafóricamente, tener una mejor vida». —Charles Robson, Un léxico griego para el Nuevo Testamento [A Greek lexicon to the New Testament] (London: Whittaker & Co., 1839), 25-26.
[2] Dave Miller, «La edad de la responsabilidad» [«The age of accountability»], Apologetics Press, 2002, https://apologeticspress.org/the-age-of-accountability-1202/.
Publicado el 11 de noviembre de 2024 en www.ebglobal.org. Traducido por Moisés Pinedo. Título original en inglés, «Total depravity?», en www.apologeticspress.org.