De Sabio a Necio

Salomón, el segundo hijo de David y Betsabé (2 Samuel 12), fue el hombre más sabio (aparte de Jesús) que viviera en la Tierra (1 Reyes 3:12). Después que Salomón fue nombrado tercer rey de Israel, Dios le apareció en un sueño, diciendo: “Pide lo que quieras que yo te dé”. Salomón requirió de Dios: “…corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (1 Reyes 3:4-9). A Dios le agradó el pedido de Salomón y con gusto lo cumplió, y mucho más (1 Reyes 3:12-14). Sin embargo, la duración de algunas de las promesas que Dios hizo a Salomón dependía de su fidelidad a Él.

Salomón puso en práctica la sabiduría que Dios le concedió cuando dos mujeres llegaron a su presencia para que él decidiera quién era la madre de un bebé. Estas mujeres que vivían juntas, dieron a luz un hijo tres días aparte. Mientras dormían en la noche, un niño murió. La madre del niño muerto cambió a su hijo con el hijo vivo de la otra mujer. Al examinar a los dos niños a la luz del día, la madre del niño vivo supo sin duda que se había cambiado a los bebés mientras ella dormía. Las dos mujeres llegaron a Salomón para que él decidiera el destino del niño vivo. El rey instruyó que el niño fuera cortado en mitad y que cada mujer recibiera una mitad. Una mujer clamó: “¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo” (1 Reyes 3:26). El Rey Salomón inmediatamente supo a quién le pertenecía el niño vivo y ordenó que fuera dado a la mujer que no quiso que ningún mal le aconteciera. Él sabía que el amor de una madre protegería al niño a toda costa.

El Rey David deseó construir una casa para Dios, pero el Señor no le permitió ya que él había derramado mucha sangre—siendo un hombre de guerra. Dios le instruyó que su hijo Salomón construiría el templo—un lugar permanente de adoración a Jehová. David preparó los planos y algunos de los materiales de construcción, y cuatro años después que Salomón comenzara a reinar, también comenzó la construcción de la casa de adoración (1 Reyes 6:1; 5:5; 1 Crónicas 22:6-16). Finalmente, siete años después, los trabajadores terminaron el templo, y el lugar permanente de adoración a Dios estuvo listo para el pueblo (1 Reyes 6:38).

El Rey Salomón también edificó una casa para sí mismo, lo cual tomó 13 años construir. Su palacio tenía algo de tres veces más la dimensión de la casa de Dios, y tomó casi el doble de tiempo completarlo (1 Reyes 7:1-2; 6:2). Tal vez esta sea una indicación de que Dios estaba comenzando a perder el lugar adecuado en el corazón de Salomón.

La sabiduría de Salomón pronto llegó a ser famosa a través del mundo conocido. En una ocasión, la reina de Sabá viajó aproximadamente 1,000 millas para atestiguar su sabiduría (1 Reyes 10:1). Trajo una gran caravana de camellos que llevaban regalos de especias, oro y piedras preciosas (1 Reyes 10:2). Salomón respondió todas sus preguntas, le mostró el templo, el palacio y sus grandes riquezas. Al final de su visita, la reina de Sabá declaró: “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído” (1 Reyes 10:6-7). Muchos otros también vinieron a visitar a Salomón para oír su sabiduría, cada uno llevando “cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos” (1 Reyes 10:25).

Luego Salomón comenzó a descender hacia la necedad. “Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor” (1 Reyes 11:1-2). El rey acumuló 700 esposas y 300 concubinas mientras regía como líder del pueblo escogido de Dios, la nación de Israel. La mayoría de estas mujeres era de naciones extranjeras de las cuales se había prohibido a los israelitas tomar mujeres (Éxodo 34:15-16). Así como Dios predijo, cuando Salomón tuvo más edad, su corazón se alejó del Dios verdadero y abrazó los dioses falsos de sus esposas. Él construyó lugares de adoración falsa para los dioses de sus esposas y quemó incienso allí (1 Reyes 11:4-8). El Rey Salomón no siguió ni sirvió a Dios como su padre el Rey David lo había hecho.

En dos ocasiones, Dios prometió a Salomón que, si permanecía fiel, Dios le bendeciría y pondría a un descendiente de David continuamente sobre los israelitas. Incluso en su gran sabiduría, Salomón no guardó la parte del acuerdo con Dios. Permitió que sus esposas alejaran su corazón de Dios. El Señor cumplió Su parte del acuerdo y fijó el curso de acción para la nación israelita. Debido a Su promesa al Rey David, permitió que Salomón permaneciera como rey por el resto de su vida. A la muerte de Salomón, el reino unido de Israel se dividió en dos naciones: el hijo de Salomón, Roboam, rigió dos tribus (Judá y Benjamín), conocidas como Judá; Jeroboam rigió las 10 tribus del norte, a las cuales se hace referencia como Israel (1 Reyes 11:9-13; 26-40; 12:1-4). Salomón reinó por 40 años, y se le enterró en la ciudad de Jerusalén.

Salomón comenzó su gobierno como un siervo humilde y obediente a Dios. Luego su corazón no sirvió completamente a Dios, y comenzó a adorar a los ídolos de sus muchas esposas. Salomón tuvo la sabiduría más grande de cualquier mortal en la Tierra, pero permitió que sus esposas le alejaran de su lealtad al Dios verdadero. El Diccionario Bíblico de Fausset presenta el siguiente resumen de la vida de Salomón:

Salomón probablemente se arrepintió al final, ya que Crónicas no menciona su caída. Otra vez, probablemente Eclesiastés es el resultado de melancolía penitente en cuanto al pasado; “todo es vanidad y aflicción de espíritu”; “Temer a Dios, y guardar sus mandamientos” no es vanidad, sino sabiduría, y es nuestra responsabilidad completa… Habiéndole considerado…alguien amado para él, Dios “castigó su rebelión con vara, pero no quitó de él su misericordia” (Salmos 89:30-36). Como Cantares representa su primer amor a Jehová en su juventud, y Proverbios su experiencia madura en su edad media, Eclesiastés es la retrospectiva triste de la vejez. “Salomón con toda su gloria” no se vistió como los “lirios del campo” es una reprensión a nuestro orgullo (Mt. 6:29).

Asegurémonos de no terminar nuestras vidas de la manera en que el Rey Salomón se olvidó de Dios. Estudie las Escrituras (2 Timoteo 2:15) y haga correcciones adecuadas en cumplimiento de la voluntad de Dios, para que en el Día del Juicio escuche las palabras: “[E]ntra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21,23).

Referencia

Fausset, Andrew (1949), Diccionario Bíblico de Fausset [Fausset’s Bible Dictionary], Study Light, http://www.studylight.org/dic/fbd/view.cgi?number=T3506.