El gozo de la salvación

Resumen

No existe nada como el gozo de la salvación. Si ha perdido este gozo, Dios puede restaurarlo si regresa a Él arrepentido.

Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti (Salmos 51:7-13).

Cuando los captores de Judá pidieron a los judíos desolados que cantaran una de las canciones de Sion cuando estaban junto a los ríos de Babilonia, ellos respondieron: «¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?» (Salmos 137:4). ¿Cómo podían cantar la canción de victoria que Moisés compuso y enseñó a sus antepasados después del triunfo sobre los egipcios (Éxodo 15)? ¿Cómo podían cantar canciones como la canción que los salmistas escribieron en cuanto a la belleza de Sion (Salmos 48)? Cuando se está triste y desanimado, es difícil cantar: «Estoy bien con mi Dios». La peor situación es cuando, como David, nos es difícil cantar debido a que el pecado en nuestra vida nos ha robado el gozo de la salvación.

La salvación siempre está acompañada de gran gozo

Hay gozo para los salvos, como lo hubo para el etíope que Felipe bautizó (Hechos 8:39) y para el carcelero de Filipos y su familia que Pablo bautizó (Hechos 16:33-34). También hay gozo para los que atestiguan esa salvación, así como hay gozo cuando nace un niño en el mundo (cf. Juan 16:21; 3:5). De hecho, nuestro Señor dijo que «hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10). El gozo frecuentemente se expresa en el canto (1 Samuel 18:6; Salmos 98:4; Efesios 5:18-19; Hechos 16:25), y cuando se pierde tal gozo, descubrimos que no podemos cantar alabanzas como lo hacíamos antes.

Muchos han perdido el gozo que acompaña a la salvación

Ya que habían sido privados de su gozo, los judíos cautivos no podían cantar como lo habían hecho en su tierra natal. El amado salmista descubrió que no podía regocijarse hasta que el gozo de la salvación de Dios le fuera restaurado (Salmos 51:8,12). Una noche que comenzó con la comunión cercana con el Señor y el canto (Mateo 26:30), terminó con llanto amargo para Pedro (vs. 75). El pecado siempre destruye el gozo porque nos separa de la fuente de todo gozo verdadero (Isaías 59:1-2). ¿Le ha quitado el pecado el gozo que una vez tenía?

Este gozo puede ser restaurado después que se lo ha perdido

Cuando los cautivos regresaron de su cautiverio y pusieron nuevamente el cimiento del templo, se oyeron desde lejos los gritos de alegría (Esdras 3:13). Ese año su celebración de la fiesta de los panes sin levadura comenzó con gran gozo (6:22). Isaías había predicho este evento incluso antes de que el cautiverio comenzara (35:10; 51:11; 52:9). Incluso después de la muerte de tres de sus hijos, David recobró el gozo de la salvación: «Me diste asimismo el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido» (2 Samuel 22:36). Incluso el gozo de Pedro fue restaurado cuando, un poco después de su negación, fue tenido por digno de padecer por el nombre de Cristo (Hechos 5:41). Luego Pedro dijo a los santos perseguidos: «gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría» (1 Pedro 4:13).

Si quiere nuevamente el gozo de la salvación en su vida, Dios puede restaurarlo. Así como en el caso de muchos exiliados que regresaron del cautiverio, los que siembran «con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas» (Salmos 126:5-6).