Mateo 4: Entendiendo al Enemigo

Si se habla de la tentación, entender a nuestro enemigo espiritual es un esfuerzo crucial. Eva ignoraba las artimañas del diablo, y llegó a ser seducida con “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1 Juan 2:16; cf. Génesis 3:1-6). Por otra parte, Jesús conocía a Su enemigo, y le venció con el poder de la Palabra (vss. 4,7,10).

Hay algunas cosas que la tentación de nuestro Señor revela en cuanto al diablo. Él es:

  • Real. El diablo no es un personaje ficticio que fue inventado para atemorizar a la gente. En las Escrituras, su misma existencia es tan segura como la existencia de Dios. Si el diablo no existe, entonces tampoco existe Aquel que fue tentado por el diablo, destruyó el dominio del diablo (Hebreos 2:14), deshizo las obras del diablo (1 Juan 3:8) y finalmente lanzará al infierno eterno al diablo (Apocalipsis 12:9; 20:10).
  • El tentador. Las Escrituras presentan esta característica del diablo desde el comienzo hasta al fin de la historia humana (Génesis 3; Apocalipsis 12:9). No ha existido ningún alma responsable que no haya sido tentado por las provisiones del diablo, y no ha existido ningún alma responsable (aparte de nuestro Señor) que no haya sucumbido a una de sus trampas (Salmos 53:3; Romanos 3:10,23). La pregunta no es, “¿Seremos tentados?”, sino, “¿Estaremos preparados?”.
  • Despiadado. Él no tuvo misericordia del Hijo de Dios en Su estado físico más débil; tampoco tendrá misericordia de ninguno de nosotros. No podemos hablarle al corazón; él no tiene uno. No podemos suplicarle; él no tiene compasión. No podemos abrumarle de lástima; él no tiene lágrimas. Él tendrá tanta “compasión” de nosotros como un león feroz y hambriento tendrá de una gacela indefensa (cf. 1 Pedro 5:8).
  • Persistente. Su primera y segunda fallas no le detuvieron, y después del tercer intento, el diablo se apartó del Señor solo “por un tiempo” (Lucas 4:13). Sin importar cuántas veces sea derrotado, él siempre estará en el campo de batalla; sin importar cuántas veces fallen sus estrategias, siempre pensará en una nueva o pulirá una antigua; y sin importar cuántas almas tenga en su ejército, siempre estará reclutando ardientemente a más. Solamente el amor de Dios puede vencer el odio insaciable del diablo por nosotros.
  • Satanás. Esta palabra significa “oponente, enemigo, adversario” (Strong, 1995, p. 140). El diablo es nuestro enemigo; no podemos hacer la paz con él. Es nuestro acusador (Apocalipsis 12:10); no podemos permanecer a su lado. Es un mentiroso, ladrón y homicida (Juan 8:44; 10:10); no podemos llegar a un acuerdo con él. Él no quiere lo bueno para nadie. “Su meta es destruir el matrimonio de cada pareja, la salud de cada persona, la sensatez de cada mente, la virtud de cada doncella, el ministerio de cada siervo, la armonía de cada iglesia, la eficacia de cada sermón y el destino de cada alma” (Webster, s.d.).

El diablo todavía es real, todavía está tentando, todavía es despiadado, todavía es persistente y todavía es nuestro enemigo. No podemos jugar con el diablo, subestimar al diablo o hacer negocios con el diablo. Sus mejores ofertas incluyen un fruto por un paraíso perfecto (Génesis 3), un guisado de lentejas por las bendiciones perdurables de Dios (Génesis 25:34; Hebreos 12:17), una “noche de placer” por dos ojos y la libertad (Jueces 16:4-22) o una vida de lágrimas (2 Samuel 12), y las cosas temporales de este mundo por el alma eterna (Mateo 16:26).

Mis amados hermanos, meditemos en la tentación del Señor para entender a nuestro enemigo, a nuestro Ejemplo perfecto y nuestro camino a la victoria. No permitamos que “Satanás…gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).

Referencias

Strong, James (1995), Nuevo Diccionario Conciso de Strong de las Palabras en la Biblia Hebrea [New Strong’s Concise Dictionary of the Words in the Hebrew Bible] (Nashville, TN: Thomas Nelson).

Webster, Allen (sine data), “¿Un Diablo Decente?”, folleto (Jacksonville, AL: House to House).