El balance delicado del ministerio y el matrimonio

Resumen

El trabajo con la iglesia brinda beneficios inmensurables, pero también propone retos para la relación matrimonial.

LA IDENTIFICACIÓN DEL RETO

Todo tipo de trabajo crea retos para el matrimonio ya que la mayoría de las personas que trabajan pasa más tiempo en el trabajo que en cualquier otra actividad. Además, hay muchas otras cosas que atender: el mantenimiento de la casa y autos, el cuidado personal, el servicio comunitario, etc. Si hay niños en la familia, la lista crece ya que los padres deben asegurarse de criarlos en el camino del Señor (Deuteronomio 6:4-9; Proverbios 22:6; Efesios 6:4) mientras que equilibran la educación secular con las actividades extracurriculares. Ya que las horas en el día nunca aumentan, la lista de quehaceres siempre crece, y nuestros niveles de energía poco a poco disminuyen, el peligro de devaluar y descuidar nuestro matrimonio para atender otras cosas llega a ser mayor. Por tanto, los esposos deben proteger su matrimonio y dar prioridad a este regalo hermoso de Dios.

Algunos tipos de trabajos producen más presión en el matrimonio debido a su demanda más grande e impredecible de tiempo y energía. Por ejemplo, muchos trabajos demandan turnos prolongados o rotativos, o requieren que la persona esté disponible durante los «días libres». Estas variantes pueden dificultar adicionalmente el desarrollo del matrimonio. También pueden agotar la energía requerida para enfocarse en el matrimonio.

Frecuentemente el ministerio de la iglesia tiene estas cargas. Los hombres que me instruyeron en la predicación me amonestaron frecuentemente a no descuidar mi familia al servir a otros. Ellos me hicieron recordar que muchos predicadores perdieron a sus familias mientras trataban de salvar al mundo. Tristemente, la mayoría de los que cayeron víctimas de esta trampa no se dio cuenta de esto hasta que fue demasiado tarde para hacer algo. Todo comenzó con buenas intenciones—ya que dejar a alguien en una condición perdida causa preocupación a cualquier cristiano, no solamente a aquellos que laboran con la iglesia en cierto oficio. Ser una fuente de consuelo en tiempos de problemas, fortalecer a los débiles o restaurar a los caídos debería motivar a todo cristiano. Si amamos a Dios y a nuestros prójimos (Mateo 22:34-40), obviamente nos preocupará el estado de las almas y querremos ayudar.

Para los predicadores y sus esposas, este sentido de responsabilidad frecuentemente crece a un nivel potencialmente peligroso. Esto puede causar que un predicador caiga en la trampa mencionada anteriormente. Las responsabilidades de los predicadores usualmente incluyen la preparación de lecciones, la visitación de los enfermos y de los sanos, la búsqueda de contactos para el estudio bíblico, la respuesta a preguntas múltiples, la orientación de los que sufren, la realización de ceremonias nupciales, la dirección de funerales, la escritura de artículos, el campo de la benevolencia, etc. El predicador puede ser requerido en sus «días libres» ya que nadie puede predecir cuándo alguien necesitará consejo bíblico, se enfermará, sufrirá una lesión, o Dios no lo permita, morirá. De igual manera, se puede requerir que la esposa del predicador cumpla muchos roles con otras damas de la iglesia. Es fácil ver la manera en que los predicadores y sus familias pueden ser abrumados y llegar a descuidar sus relaciones matrimoniales. Después de todo, cada hora que se pasa atendiendo una responsabilidad nueva es una hora que se le quita al cónyuge. Desafortunadamente, Dios no hará que el sol se detenga por nosotros como lo hizo con Josué cuando luchó con los cinco reyes en Josué 10:1-15.

EL PLAN PARA ASUMIR EL RETO

Reconocer el problema es solamente el comienzo de nuestra responsabilidad. Debemos crear y ejecutar un plan para proteger nuestro matrimonio. A pesar de los retos, debemos balancear el ministerio y nuestro matrimonio, o caeremos víctimas de las trampas de Satanás y causaremos reproche al nombre de Dios en vez de gloria. Aquí incluimos varias actitudes y acciones que mi esposa y yo tenemos en cuenta para proteger nuestro matrimonio mientras intentamos dar lo mejor al trabajo ministerial que hemos escogido. No pretendemos perfección en el plan o su ejecución, pero hemos visto que estas cosas han sido útiles para nosotros.

Determinación

La vida es ocupada, y cada actividad requiere tiempo y energía—de lo cual tenemos un suministro limitado. Después de terminar nuestro trabajo diario (si es que alguna vez lo terminamos), debemos determinar nutrir nuestro matrimonio a pesar del cansancio o el estrés. El refrán que dice que todo lo que vale la pena requiere esfuerzo se aplica especialmente al regalo divino del matrimonio. La provisión de Dios, en combinación con nuestra determinación, nos capacitará para proteger adecuadamente nuestro matrimonio a pesar de los retos inherentes de la vida ministerial.

Atención

En conexión a nuestro límite de tiempo y energía, también se debe considerar que tenemos atención limitada. Como se mencionó anteriormente, la mayoría de los predicadores que han perdido a sus familias no tuvo idea de que esto estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde. Permítame sugerir que un factor que contribuyó a esto es la falta de atención a las señales de sus esposas. Es fácil ser arrastrados por el deber de cuidar a los enfermos, estudiar con los perdidos, animar a los que tienen problemas, etc., y podemos llegar a ser sordos ante los ruegos de nuestras esposas e hijos por la atención que necesitan. Esto puede ser un problema de ambas partes, así que tanto los predicadores y sus esposas deben estar dedicados a la atención mutua.

Comunicación

La disposición de comunicarse es vital para conservar la atención en el matrimonio. Esto puede ser difícil ya que no queremos añadir más tensión a la carga ya pesada del cónyuge, pero vale la pena. Al determinar comunicarnos, nos aseguramos de que se conozcan las necesidades mutuas. No debemos suponer o esperar que nuestro cónyuge pueda adivinar nuestras necesidades sin comunicarnos con él o ella. Esto requiere un ambiente en que ambos estén cómodos para transmitir y oír las necesidades mutuas.

Trabajo unido

Una de las cosas que nos ha ayudado a conectarnos en estos ocho años de ministerio es nuestro esfuerzo de realizar, tanto como sea posible, el trabajo ministerial juntos. Obviamente, hay circunstancias en que esto no puede ser posible debido a la confidencialidad o incomodidad en una situación dada. Sin embargo, hemos descubierto que, en la mayoría de las situaciones, visitar juntos, estudiar juntos, etc. no solamente es aceptable, sino también ideal. Esto duplica la capacidad para lo bueno en el ministerio ya que ambos aportan sus enfoques y esfuerzos respectivos para complementar el trabajo mutuo. Esto nos ha ayudado a acercarnos más ya que compartimos tiempo y trabajo juntos. Esto permite que estemos dedicados mentalmente al servicio a Dios, y esto es saludable para ambos en nuestro matrimonio y vida espiritual.

Gracia mutua

¿Qué sería de nosotros sin la gracia de Dios? ¿No es la extensión de la gracia maravillosa de Dios a través de las varias funciones del ministerio el mismo trabajo que hemos emprendido? Si entendemos la extensión divina de la gracia para nosotros y Su deseo de que extendamos esa gracia a otros, entonces también extenderemos gracia mutua en nuestro matrimonio. Ninguno de nosotros es perfecto en toda área de la vida, pero podemos ser fieles a Dios y a nuestros cónyuges si determinamos serlo. ¡Que la gracia y paz sean multiplicadas en su ministerio y matrimonio!