La cajita vacía
Al comienzo del año, una maestra de escuela dominical realizó una actividad con sus estudiantes. Dio una cajita vacía a cada uno, y les pidió que buscaran algo que representara vida nueva y lo pusieran dentro de la cajita.
Entre los estudiantes había un niño de ocho años, Esteban, que sufría de retraso mental, y su condición estaba comenzando a manifestarse. La maestra no quería avergonzar a Esteban, así que pidió que los niños le entregaran sus cajitas sin poner su nombre. La maestra pensó que era mejor que ella abriera las cajitas personalmente.
La primera cajita que abrió tenía una flor pequeña. La maestra dijo: «¡Qué hermosa señal de vida nueva!». Una niña levantó la voz: «¡Esa es mi cajita!». Cuando abrió la segunda cajita, la maestra vio una roca y pensó que era la de Esteban, ya que las rocas no simbolizan vida. Pero un niño rápidamente dijo que él había puesto la roca, y que esta tenía musgo, y que el musgo era vida nueva. La maestra estuvo de acuerdo.
Una mariposa salió volando de la tercera cajita, y una niña dijo que ella había puesto la mariposa en la cajita y que pensaba que su elección había sido muy buena.
La cuarta cajita estaba vacía. La maestra pensó: «Esta debe ser de Esteban», y rápidamente decidió pasar a la siguiente cajita. Pero Esteban levantó la voz: «¡Esa es mi cajita! Todavía no ha hablado de ella». La maestra dijo: «Pero está vacía». Esteban entonces respondió: «¡Sí! La tumba estaba vacía, y eso significa vida nueva para todos».
Ese mismo año la condición de Esteban empeoró, y él falleció después de algunos meses. Sus seres queridos pusieron ocho cajitas pequeñas en su ataúd. Todas estaban vacías.
—Autor Desconocido